La Llave
A veces me encierro en el baño, sin saber qué me pasa. A veces no entiendo de dónde viene el dolor y por qué las lágrimas lloran. Sabiendo que lo tengo todo y que nada me hace falta. Y antes lloraba porque la distancia parecía infinita, y porque cuando estaba solo la soledad me hacía compañía sin haber yo pedido que viniera a sentarse a mi lado. Volvía a abrirse la llave en los ojos y volvía el sabor a sal líquida a mis labios. Y no tenía pañuelo, no tenía un hombro, no tenía unos brazos que me apretarán tan fuerte que asustaran al dolor.
Tampoco tengo la llave que cierra el dolor, no tengo magia en mis dedos para quitar las marcas de cicatrices en mi corazoón, y me encierro en el baño y le pregunto a Dios si acaso está muy ocupado como para escuchar mis lágrimas, y no responde y sigo sin saber si está ahí o si me secará las lágrimas. A veces le pregunto si me dará un hombro digno de mis lágrimas. Y las paredes no me entienden y el papel simplemente se moja y se deshace sin preguntar si aún quedan lágrimas pendientes. Y sigo sin encontrar la llave que cierre lo lacrimales mientras mi corazón siente un punzón abrasador de viejas cicatrices.
Por qué me siento a pensar en lágrimas cuando siento ese sentimiento que no sé de dónde viene ni quién lo ha llamado? Y hay ausencias de abrazos y de respuestas concretas. Cuando todos me rodean y a veces simplemente no logran ver que la incertidumbre parece una cortina invisible que me persigue.
Sigo sin encontrar la llave y sigue Dios sin decirme si está ahí o ahora no puede estarlo...
Deers*
Tampoco tengo la llave que cierra el dolor, no tengo magia en mis dedos para quitar las marcas de cicatrices en mi corazoón, y me encierro en el baño y le pregunto a Dios si acaso está muy ocupado como para escuchar mis lágrimas, y no responde y sigo sin saber si está ahí o si me secará las lágrimas. A veces le pregunto si me dará un hombro digno de mis lágrimas. Y las paredes no me entienden y el papel simplemente se moja y se deshace sin preguntar si aún quedan lágrimas pendientes. Y sigo sin encontrar la llave que cierre lo lacrimales mientras mi corazón siente un punzón abrasador de viejas cicatrices.
Por qué me siento a pensar en lágrimas cuando siento ese sentimiento que no sé de dónde viene ni quién lo ha llamado? Y hay ausencias de abrazos y de respuestas concretas. Cuando todos me rodean y a veces simplemente no logran ver que la incertidumbre parece una cortina invisible que me persigue.
Sigo sin encontrar la llave y sigue Dios sin decirme si está ahí o ahora no puede estarlo...
Deers*