Raíces y Cuervos
Y luego de muerto, empecé a convertirme
en raíz; mis manos en ramas y mis ojos cambiaban de piel.
Y todo por no dejar que la oscuridad se alejara de mis corneas.
Me visitaban cuervos, tomaban del licor del amanecer, los espantapájaros
se amontonaban y gritaban con estruendo la llegada de la muerte.
La noche se alejaba y se hacía más oscura entre las sombras de la muerte.
Y todo era por la muerte, que no creía en la sangre y vestía de negro los sueños
de los cuervos huérfanos y lapidados. Y los espantapájaros seguían riendo, ebrios
y sedados por el sueño.